Si alguna vez te encuentras de frente con el tiempo... mírale directamente a los ojos.
Contémplalo
desde tu totalidad y fusiónate con él. Ve sintiendo cómo te vas
abriendo y te va atravesando lentamente, cómo en ese estado del perderse
en los sentidos ya dejas de distinguir quién es quién.
Es ahí cuando sin apenas darte cuenta, en ese aturdimiento pero aún consciente, que tu cuerpo y alma ya son lo mismo que él, donde la confusión se transforma en Amor, en un solo Ser.
Tiempo que llegas sin distinción, que penetras con el mensaje del Amor y con todo lo que eres.
En ese abrazo y reconocimiento se han dejado llevar hasta la rendición.
Ahí se sucedió.
Ya no hay preocupación, ya no hay miedo, ya no hay separación.
El tiempo y tú se han reencontrado.
Es ahí cuando sin apenas darte cuenta, en ese aturdimiento pero aún consciente, que tu cuerpo y alma ya son lo mismo que él, donde la confusión se transforma en Amor, en un solo Ser.
Tiempo que llegas sin distinción, que penetras con el mensaje del Amor y con todo lo que eres.
En ese abrazo y reconocimiento se han dejado llevar hasta la rendición.
Ahí se sucedió.
Ya no hay preocupación, ya no hay miedo, ya no hay separación.
El tiempo y tú se han reencontrado.
Sólo Paz, sólo Amor.
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