* Imagen copyright Brisa del Espíritu
Tuve un sueño.
Tuve
un sueño donde caminaba y veía penurias a mi alrededor, penurias
extremas. Veía a hombres y niños sentados en el suelo en condiciones
lamentables, como desnutridos hasta los huesos y sin comida, en lugares
sucios, y a otros pocos "idos" por los efectos de la droga. Caminaba
entre ellos comiendo un pequeño pastel redondito que cabía en mis manos,
hecho puramente de lentejas. Mientras comía, me miraban. En el sueño
pensé que cómo podía estar comiendo sin compartirlo con ellos. Aún
recuerdo la mirada de un niño, sus bonitos ojos negros y brillantes
mirándome, pero alguien iba delante de mi y me decía en telepatía de no
detenerme, que continuara para salir de allí.
Al
poco, salí del lugar y pasé al lado de una superficie de agua muy clara
donde veía las rocas a través, y sentí cómo se me cayeron unas piedras
que llevaba conmigo colgadas al cuello. Era un citrino, un cuarzo
blanco, una amatista, cuarzo rosa... todas de tamaño pequeño. Me apuré,
no quise perderlas -amo las piedras en general- por lo que decidí buscar
la forma de recuperarlas. Me alivió ver que al menos se habían quedado
entre las rocas de la superficie, que el agua no estaba en movimiento,
sino quieta y cristalina totalmente, y eso me iba a permitir de una
forma u otra recuperarlas, unas más fácilmente que otras.
Al rato, cuál no fue mi sorpresa, que el agua cristalina emergió por sí sola a todas las piedras casi sacándolas del todo, pero esta vez multiplicadas en tamaño, muy grandes, preciosas, brillantes, irradiando una maravillosa energía. Descubrí que me trajo a la superficie hasta piedras que no se me habían caído. La Madre Naturaleza me las ofrecía, me las entregaba.
Al rato, cuál no fue mi sorpresa, que el agua cristalina emergió por sí sola a todas las piedras casi sacándolas del todo, pero esta vez multiplicadas en tamaño, muy grandes, preciosas, brillantes, irradiando una maravillosa energía. Descubrí que me trajo a la superficie hasta piedras que no se me habían caído. La Madre Naturaleza me las ofrecía, me las entregaba.
Recuerdo
la maravilla de un citrino grande y brillante como nunca vi antes, un
cuarzo rosa grande precioso, puro amor, una drusa de celestita que su
azul celeste brillaba con los rayos del sol, y tantas otras más igual de
maravillosas. Jamás vi brillar a otras piedras igual, como sonrientes,
iluminadas por el sol y renovadas por el agua. Parecían destellear una
energía muy particular que podría describirse como de riqueza. Sí,
porque de pronto cuando el agua las emergió, el sol salió y hacía
brillar a todas las piedras aún más.
El sueño me ha dicho que la Abundancia es Crear Confianza, y eso, no es un sueño, sino una realidad.
No
hay que estancarse con la mente ni las emociones en una situación que
creemos o nos parece es de carencia, ni quedarse sentados en la
lamentación, que es un estado de la mente. Hay que seguir caminando,
mirando hacia adelante y apreciando lo que tenemos y bendecirlo, sentirnos positivamente merecedores de lo que tenemos , y sentir que eso que tenemos es lo que precisamos en esos instantes para el aprendizaje, que todo es perfecto, y que también es por tanto Abundancia.
Las
personas sentadas en estado extremo eran mi reflejo: el reflejo de mi
mente y emociones, el reflejo de un tipo de vibración con creencias de
carencia.
La
mirada del niño hacia mi era el reflejo de la mente, recordando la
creencia vieja, esa que busca recrearse y alimentarse de un estado de
lamentación y victimismo -pensamientos no positivos-, en lugar de
cambiar ese estado -seguir caminando-.
Las personas eran un escenario espejo y recordatorio de cómo no hacer y cómo SÍ dirigir los pensamientos correctamente.
Las
piedras que se caen, pequeñas -mi visión de la realidad-, que se
escapan -se sueltan de mi-, y que la Madre Naturaleza -el Universo- me
trae a la superficie multiplicadas, hermosas, brillantes, de una energía
sin igual, significa entregarnos a la infinita Abundancia en Plena
Confianza, en desapego, porque el resultado de la Confianza en Amor es
recibir por multiplicado todo lo que merecemos como seres abundantes que
somos. Esa es la riqueza.
Hermosos
sueños, pues ellos nos muestran como un espejo lo que estamos
aprendiendo. Son un extracto con lo importante de nuestros avances, un
recordatorio de una visión refrescante con los pilares principales a
tener en cuenta cada día y así, vibrar más y más en esa Abundancia que
somos.
La Abundancia es Crear Confianza.
La Abundancia es Crear Confianza.
Namaste.
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